miércoles, 11 de abril de 2012

El ejemplo más claro


Acabo de regresar de un viaje por Perú. Fue un largo e intenso viaje que no estuvo exento de inconvenientes -aviones que no despegaron, rotura de la única cámara fotográfica que llevaba, alguna intoxicación- pero resultó muy interesante desde todo punto de vista.

La visita a la ciudad de CUSCO, considerada por los incas el ombligo del mundo, fue el mejor ejemplo que encontré de cómo la religión fue utilizada por el poder para colaborar en sus metas expoliatorias. En el antiguo Perú, la dominación hispana fue impuesta con el inestimable auxilio y bendición de varias órdenes católicas apostólicas romanas que tomaron de buen grado y con gran eficiencia, la tarea de alejar a los incas de su cultura convenciéndolos simultánemente de que trabajabar para los opresores los acercaba al paraiso.

Desde la arquitectura hasta la cosmovisión, el poder colonizador se edificó sobre las ruinas de los incas con la bendición e inestimable auxilio de la ICAR que recibió como premio inumerables terrenos, materiales y millones de horas hombre para la construcción de sus templos: ¡hay en el Cusco una iglesia en cada esquina!

Por suerte, en los pueblos más modernos -el turismo ha generado un gran crecimiento de los poblados ubicados en el camino a Machu Picchu, por ejemplo Aguas Calientes y Ollantaytambo- la densidad de iglesias disminuye notablemente lo que muestra que sin un fusil que apriete a los naturales, el éxito de la tarea evangelizadora no es tan alto como algunos obispos pretenden hacernos creer. 

Me despido con una recomendación: Lean el artículo de Carlos Alberto Montaner VATICANO INC