El hombre puede
salvar su alma L. Ronald Hubbard
¿De qué le sirve al
hombre ganar el mundo si pierde su alma? Blas Pascal
Un cuerpo sano es
cosa buena; pero un alma sana vale más que todo lo que el hombre pueda desear Thomas Carlyle
Estos son tan solo unos ejemplos -pero existen millares- del esfuerzo que
hacen los creyentes para convencernos de que dediquemos nuestro tiempo y
esfuerzo al “propósito superior” de
salvar nuestra alma inmortal.
Para que esta marea no los arrastre,
para que no pierdan un minuto en tan vacua tarea, hago pública una lista de
razones por las que ustedes podrán corroborar que, antes de ocuparse de salvar
el alma, es más provechoso dedicar el tiempo a cuidar el cabello. Estos son amigos míos, los siete
motivos por los que considero que ocuparme de mi pelo es más importante que hacerlo
de mi alma:
1. Está claro de
qué se trata
Nadie tiene dudas sobre lo que estoy
hablando cuando de mi cabello se trata, en cambio, al hablar del alma surgen
decenas de interrogantes: ¿es esencial o personal? ¿espiritual, astral o mental?
¿es siempre mía o es tan solo un préstamo temporario que me hace la divinidad?
¿es una encarnación corpórea de una vida anterior o solo una inmanente
manifestación espiritual de mi yo etéreo?... ¡Complicadísimo! ¡Es difícil saber
de qué están hablando!.
2. Va siempre
conmigo
Ya desde antes de nacer, mi cabellera
me acompaña y me sigue en las buenas y en las malas: lo mismo le da que esté
haciendo una obra de bien o fornicando desaforadamente. Algunos podrán argumentar
que también tengo un alma desde antes de nacer pero mi pelo corre con ventaja
ya que no anda coqueteando entre dioses y demonios ni perdiéndose en
profundidades metafísicas … ¡simplemente está siempre conmigo!
3. Está siempre
visible
Mi cabello no solo me acompaña sino que
está siempre presente. Para percatarse de su existencia no es necesario ser
gurú, ni un iniciado, ni un maestro espiritual, todos pueden verlo y notar sus
cambios. Además aparece en las fotos y en los videos, nunca se esconde. ¡Siempre
se podrá especular si una persona es -o no es- desalmada, pero su condición
capilar es evidente!.
4. Se atiende sin
intermediarios
Los asuntos relativos a mi cabello los
manejo yo con mi peluquero. Cara a cara, con él discuto si más corto o más
largo, si recortamos también el bigote o la conveniencia de usar cepillo o
secador. En cambio, cuando del alma se trata, inevitablemente aparecen
intermediarios -curas, rabinos, pastores-
porfiando que solo ellos pueden traducir los deseos y pedidos del jefe.
5. No hay lobby
Las religiones no son las únicas
actividades institucionalizadas, también lo están quienes manejan mi cabello,
pero hay diferencias: ni el sindicato de barberos ni los fabricantes de
tijeras, hebillas o tinturas ni las academias de peluquería tratan de imponerme
ayunos, abstinencias o censuras.
6. Es universal
El pelo me hace humano y este es un
rasgo que comparto con todas las gentes. A diferencia de la controvertida alma,
a lo largo de la historia nunca nadie debatió si las mujeres o los indígenas
tenían o no pelo.
7. A nadie ofendo
Nadie puede acusarme de que falto el
respeto a los profetas que murieron para que yo salve mi cabello y nunca ningún
fanático ofendido llamó a mi puerta a las ocho de la mañana de un domingo porque
mi pelo aún no había sido lavado.