Continuando
la serie de notas que he escrito sobre las estrategias de quienes tratan de hacer
pasar a los escépticos por obtusos de mente obnubilada que no aceptan razones, empiezo
la descripción de otro de los sambenitos típicos: el ‘no puedes saberlo’.
Esta descalificación actúa en
varios niveles que conviene distinguir, en esta entrada trataré uno de ellos y los
restantes en la próxima nota.
No puedes saberlo - Caso 1: Como
calificación del emisor
Hay
quienes creen que las afirmaciones realizadas requieren de algún conocimiento o
virtud que no todas las personas tienen, luego, puede ocurrir que quién emite el mensaje de alguna manera
no es apto para hacerlo pues carece de la moral o sabiduría necesarias
para hablar al respecto o eventualmente su carácter –debido a la falta de sufrimiento,
al exceso de lecturas inconvenientes o a la falta de obediencia, abstinencia o
lo que fuera- lo hace poco digno.
Los
admiradores de las sociedades secretas y de los saberes reservados -en
general los amantes de la moral medieval- tienden a hacer esta relación entre el conocimiento que es
posible adquirir y la nobleza o virtudes del receptor.
Obviamente,
en la era de las revelaciones, las mismas eran entregadas solo a quienes tenían
ciertos méritos que casualmente coincidían con la ideología dominante: solían
ser varones, blancos, castos, puros y de la religión apropiada. Unos siglos
después, se dio la variante de cambiar “religión” por “partido” ya que hubo
quienes pensaron que solo los comunistas o nazis debidamente registrados
“podían saber” como era el mundo.
Más
prácticos, los griegos conocían este procedimiento de menoscabar o descalificar
al mensajero antes de lidiar con los problemas del mensaje y lo describieron
como la falacia ad-hominem descripta en todos los
textos de lógica y también acá.
Del
mismo condicionamiento –la eventual ineptitud de los que quieren
saber o trasmitir- están repletos los aprendizajes de los conocimientos
sintéticos o inaccesibles. Como decía mi
viejo profesor del colegio secundario: “la única forma de aprender química es saber
química …”
¿Risible?
¡Tal vez, pero mi inepto docente no está solo! Podrán ustedes corroborar que
las enseñanzas religiosas están llenas de preceptos referidos al carácter de LA PERSONA que debe aprender
o enseñar más que a la lógica o dificultad del objeto de conocimiento, por ejemplo:
-
Solo la
fe permite entender
-
El Tao
que puedes decir no es el Tao verdadero
Si
tienen ganas de discutir con esta gente, no se los recomiendo, son solo aptos
para masoquistas y nada se puede aprender de ellos.